Popularizar
Hoy en día vivimos en un mundo globalizado, automatizado e interconectado, como consecuencia de la llamada “Revolución Digital” que, sustentada en miles de sistemas informáticos y telemáticos, nos brinda un gran poder colectivo e individual. Por ejemplo, los smartphones y las redes sociales, entre otros muchos servicios basados en las tecnologías digitales, en poco tiempo están cambiando nuestros hábitos de conducta, y hasta han facilitado el surgimiento de revueltas sociales, nuevos gobiernos, nuevos partidos, nuevas formas de colaborar, de aprender, de jugar, de relacionarse… de vivir.
Sin embargo, no fue hasta el final de los años 70 y sobre todo la década de los 80 y 90 del siglo pasado, cuando el uso de las herramientas informáticas se empezó a extender fuera de las grandes empresas y administraciones públicas, para ponerse al alcance de las organizaciones de menor tamaño, y después del resto de la población.
Después de los primeros computadores experimentales de los años 50, los 60 y 70 vieron aparecer los grandes sistemas informáticos tipo mainframe, de marcas como UNIVAC o IBM, que llegaron a dominar el mercado de las grandes corporaciones. Aparecieron los primeros sistemas operativos y los primeros lenguajes de programación de alto nivel, como Fortran, Cobol o Algol, entre muchos otros. En paralelo, originados en entornos de investigación universitaria, una nueva generación de mini-ordenadores, de fabricantes como DEC, HP o Data General, permitió extender el uso informático a empresas y administraciones medianas y a instituciones universitarias, trayendo consigo nuevos lenguajes y sistemas operativos, como Lisp, C y Unix.
Pero la eclosión no vendría hasta finales de los 70 y durante los años 80, cuando un pequeño grupo de inquietos jóvenes informáticos, imbuidos del espíritu libre del movimiento Hippy y de las revueltas estudiantiles de 1968, apostaron por la informática como herramienta para experimentar y potenciar sus anhelos de libertad. Conocedores y críticos de la informática corporativa, este grupo de jóvenes se propuso experimentar y crear nuevos sistemas informáticos de uso individual y grupal, al alcance y al servicio de muchos más usuarios.
Y lo que empezó a mediados de los 70 con un grupo de aficionados (hobbyists) que se montaban sus ordenadores en casa (homebrew), compartiendo problemas y soluciones en encuentros con otros aficionados, siguió con las primeras iniciativas emprendedoras que en sencillos garajes y locales fundaron algunas de las empresas más poderosas de la actualidad, como Apple o Microsoft. Aunque fue principalmente en California donde este movimiento se manifestó con mayor intensidad, fenómenos similares se dieron en otros lugares del mundo.
Más concretamente, en enero de 1975 la revista Popular Electronics anunció el sistema MITS Altair 8800, considerado actualmente como el primer ordenador de uso personal. Un ordenador muy técnico y limitado pero al alcance de muchos bolsillos, lo que provocó el entusiasmo de los aficionados. Pronto aparecieron otros sistemas, como el TRS-80 de Radio Shack (VIII-1) que en el 1977 empezó a llenar los hogares norteamericanos, o los sistemas Atari especializados en juegos informáticos (VIII-2). Ese mismo año la joven empresa Apple Computer, creada por los amigos Steve Jobs i Steve Wozniak, lanzó su ordenador Apple II (VIII-3), considerado como el primer ordenador verdaderamente personal, el primer Personal Computer o PC, comercializado para un amplio espectro de usuarios y con un sistema operativo propio y diferente del resto. Poco después aparecieron microordenadores de gran éxito comercial como el Commodore 64, en 1982 (VIII-4), que superaba al resto en memoria y periféricos, o la saga de ordenadores Spectrum (VIII-5).
Sorprendida por la popularidad creciente de sistemas tan pequeños, y hasta cierto punto acomodada en sus mercados empresariales, finalmente la empresa dominante de entre los fabricantes de sistemas informáticos, la multinacional IBM, decidió invertir en la nueva categoría de los ordenadores personales. De lo que resultó, en 1981, el flamante IBM PC (VIII-6), que por razones más de marca que tecnológicas se convirtió de inmediato en el ordenador personal preferido por las empresas y por muchos usuarios, se convirtió en el estándar de-facto de la categoría.
A principios de los 80, el gran éxito del IBM PC propició la aparición de numerosas empresas, como Amstrad u Olivetti (VIII-7), que fabricaban modelos clónicos al IBM PC a precios sensiblemente inferiores. Creció el negocio derivado de componentes electrónicos, el de los chips i procesadores de empresas como Intel, Motorola o AMD, y especialmente creció el negocio de empresas de software, como Microsoft de Bill Gates con sus primer sistema operativo DOS y sus lenguajes de programación para PCs. También aparecieron los primeros ordenadores portátiles, como el Osborne 1 en 1981 o el Compaq en 1982. Ese año, después de poco más de un lustro desde los primeros sistemas personales, ya se habían vendido más de cinco millones de PCs en todo el mundo. Hasta el punto que la revista Time Magazine decidió nombrar al PC como “Man of the Year 1983”, la primera vez en su historia que no dedicaba dicho reconocimiento a un personaje público.
Y cuando parecía que el IBM PC había llegado para imponerse, para ocupar en esta categoría la mayor parte del mercado a favor de IBM, acompañada en esta ocasión por Microsoft, una nueva respuesta sorprendente volvió a cambiar el futuro de la informática personal. La empresa que creó la categoría, Apple Computer, después de algunas experiencias infructuosas y del intenso esfuerzo de un pequeño equipo de informáticos muy creativos, liderados por Steve Jobs, lanzó su primer Apple Macintosh, el Mac (VIII-8), en 1984. Un nuevo concepto de ordenador personal, presentado públicamente como el ordenador creado para liberar a los usuarios del yugo de los sistemas del “gran hermano” IBM.
Lo cierto es que, para su Mac, Apple supo inspirarse en sistemas y soluciones propuestas en investigaciones previas, principalmente por el equipo de Xerox Parc, con Adele Goldberg, Lynn Conway, Alan Kay o Robert Metcalfe, entre otros, que a su vez mejoraron las propuestas de pioneros como Douglas Engelbart, de la Universidad de Standford. De esas propuestas, que los Macintosh empezaron a popularizar, todavía en la actualidad nos beneficiamos: Los sistemas operativos iconográficos, basados en la metáfora de la mesa de escritorio, el ratón, los lenguajes de programación orientados a objetos, las redes de ordenadores, y un largo etc. Los PCs abonaron el camino para que, pocos años después, Internet i la Web permitieran una nueva revolución, la “Revolución Digital” con la que seguimos viviendo 25 años más tarde.
Compartir: